miércoles, 26 de octubre de 2011

Las víctimas de El Hombre Lobo

Manuela García Blanco y su hija Petra. 1846. Naturales de Rebordechao. Confiaron en que Manuel Blanco las llevaría hacia la montaña de Santander y allí encontrarían trabajo. Nunca más se supo de ellas, aunque Manuel aseguraba que las había dejado muy bien colocadas en casa de un religioso.
Rebordechao, Villar del Barrio. Pueblo del que salían las víctimas
Benita García Blanco y su hijo Francisco. 1850. Hermana y sobrino de la primera víctima.
José Pazos García (sobrino de las hermanas García Blanco), su mujer Antonia Rúa y su hija, Peregrina. 1850. Todos familiares que querían correr la misma suerte que sus tías y primos que habían emigrado y, según Manuel, disfrutaban de una vida envidiable.
Josefa, y después María Dolores (hija de Antonia Rúa). 1850. María Dolores tenía 11 años y El Hombre Lobo aseguraba que la quería como a una hija.
Como ya dijimos ayer, nunca se encontraron sus cuerpos, y por tanto no se sabe a ciencia cierta cómo murieron. Los cierto es que Manuel Blanco Romasanta confesó, una vez detenido, éstos crímenes, y se le atribuyen más sin identificar. Fue precisamente la familia de todas estas personas quien comenzó a deducir que algo raro estaba pasando.

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