lunes, 2 de enero de 2012

Los literales baños de sangre de la Condesa Báthory

Hoy os ofrecemos otra entrega de nuestro amigo y colaborador David González Caballero, quién ha querido compartir con todos nosotr@s otra de sus fantásticas historias. Si os perdisteis la primera que nos ofreció, la podéis leer de nuevo aquí (primera parte y segunda parte). ¡Muchas gracias David!

Mis amigas de este blog han escrito sobre asesinos tan famosos como Jack el Destripador o el Vampiro de Düsseldorf, demenciales mentes criminales que dieron muerte a más de media docena de seres humanos. ¿Pero qué son media docena de muertes cuando en las brumas de la historia criminal se ocultan personajes como la Condesa Isabel Báthory, una mujer que fue capaz de acabar con la vida de al menos 600 mujeres y niñas?

Durante dos entregas voy a hablarles de la fuente de inspiración (junto con el Conde Vlad Drakul) de William H. Polidori y Bram Stoker a la hora de escribir sus historias vampíricas, la denominada “Condesa Sangrienta” Erzsébet (“Isabel” en húngaro) Báthory, conocida por sus literales baños con sangre de doncellas y por salir en el Libro Guiness de los Récords la mujer que más ha asesinado en la historia de la humanidad con 630 muertes. Hay muchos mitos y leyendas que rodean a tan oscuro personaje pero intentaré no caer en ellas para relatar un ya de por sí horripilante relato.

Nacida en el seno de la aristocrática familia Báthory en el año 1560, esta condesa estaba emparentada con el Rey de Polonia o el Gran Príncipe de Transilvania, lo que le valía una importante fama dentro de las clases nobiliarias de la Europa del Este. Casada con el Conde de Nádasdy, su vida fue aburrida e intranscendente dentro de las paredes de su castillo… hasta el año 1604, cuando se quedó viuda. La muerte de su amado marido y su obsesión por mantener una belleza juvenil indefinidamente (recuerdo que cuando murió el Conde ella tenía 44 años) le hicieron tomar una senda por la que sería recordada para siempre en los anales de la historia criminal.

Después de probar todo tipo de ungüentos milagrosos y “pociones mágicas” para detener el inexorable paso del tiempo que marchitaba su cuerpo, alguien (en algunos sitios dicen que fue su nodriza) le aconsejó que probara la Hematomancia, la magia roja, la magia de la sangre. Lo que sí se sabe verdaderamente es que a partir de 1604 se rodeó de todo tipo de personajes oscuros: brujas, hechiceras, nigromantes… Todo ello con un propósito: conseguir la juventud eterna.

Pero para ello tenía un último obstáculo, pues había un ingrediente que no se podía comprar con el dinero que había en sus riquísimas arcas: necesitaba sacrificios humanos.
Un día, una de sus doncellas le dio un tirón de pelos al peinarla. Airada, Isabel le dio un bofetón que le rompió la nariz a la pobre muchacha. Pero cuando la sangre salpicó la piel de Erzsébet, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada, pensó que había encontrado la solución a la vejez mediante el uso de la mencionada hematomancia. Con la ayuda de sus sirvientes más acérrimos, desnudaron a la pobre doncella, la degollaron y con la sangre que brotaba de la herida llenaron una bañera del castillo para que la Condesa pudiese llevar a cabo tan macabro ritual.  Erzsébet se bañó en la sangre con el propósito de recuperar la belleza de antaño. Algunos dicen que incluso se la bebió.

No se sabe qué resultados le dio aquel baño ni si recuperó su lozanía pero lo que se sabe seguro es que no fue la última vez.


Continuará…

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