Uno de los rasgos principales de este psicokiller y que es habitual en muchos asesinos en serie, es que Dennis Rader, ocupaba un puesto destacado en su entorno social. Un puesto en el que era admirado. Rader era monitor de boy scouts, presidente de la congregación de su iglesia, funcionario municipal, tenía un máster en justicia criminal, una familia maravillosa, con su mujer y sus dos hijos. Nadie de su entorno podía sospechar ni lo más mínimo que esa persona admirada por todos era un psicokiller.
Dennis Rader, más conocido como El fantasma de Wichita o BTK, era la obsesión de tener el poder. Rader conseguía este poder cuando asesinaba a sus víctimas, casi todas mujeres jóvenes y mayores. El hecho de abusar de ellas y asesinarlas y posteriormente el recuerdo de haberlo hecho le producía un placer enorme, le hacía sentir poderoso.
Pero no solo le bastaba con sentir ese poder, él quería ser reconocido por ojos de toda la sociedad. Esta es otra característica que hemos visto en asesinos en serie que hemos tratado, como Jack el Destripador o El hijo de Sam, es que tenían la necesidad de darse a conocer, es decir, enviaban cartas a la policía o a la prensa para que fueran admirados. En este caso, Rader enviaba cartas a la prensa y las firmaba como BTK (Beat, Torture and Kill). También, como veremos mañana en la resolución final del caso, le mandó un CD a la prensa con fotos de sus crímenes.
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