lunes, 14 de noviembre de 2011

Ted Bundy, el depredador de Seattle

Nombre
Theodore Robert Bundy
Alias
El depredador de Seattle
Fecha del crimen
1989
Lugar del crimen
Estados unidos
Singularidad
Consideraba a sus víctimas desechos que había que eliminar


Era un hombre alto, atractivo, de pelo rizado, mirada profunda y un porte elegante y varonil. Aparcó su coche en el aparcamiento del campus universitario y se dirigió hacia el maletero para sacar unos libros. Por su forma de vestir y su aire intelectual parecía un profesor, de esos que son originales en sus clases y hacen pasar un buen rato al alumnado mientras explican el temario a la perfección.

En ese momento pasaba una chica, también muy guapa, que abrazaba entre sus brazos la carpeta de la universidad. No pudo evitar mirar de reojo al profesor, no lo conocía, era evidente que nunca lo había visto, ya que, si no, se hubiera fijado antes.

Lo vio con ademán de sacar unos manuales enormes del maletero, entonces, se percató que tenía el brazo escayolado, así que aprovechó para ayudarle. Su sonrisa era simpática, y tenía un tono de voz muy agradable.

Pero después de unos minutos de coqueteo, la cara del supuesto profesor cambió y su voz se volvió ronca. Le exigió a la chica que se subiera al coche de inmediato y que le acompañara a casa. La chica dudó, pero tras un breve forcejeo se dio cuenta de que movía su brazo a la perfección y que no parecía roto, entonces huyó despavorida.

Tuvo mucha suerte, había escapado de Ted Bundy, uno de los mayores psicópatas sexuales de Norteamérica.

2 comentarios:

Alfonso Perez dijo...

El problema de todo psicópata es que desde fuera nunca dirías que lo es, y es en ese momento donde nuestro instinto animal nos juega malas pasadas. Inconscientemente tenemos unos interiorizados unos patrones de cómo son las personas de fiar y en un alto porcentaje nos salva de situaciones complicadas. Y lo peor de todo, es que no dudaran en matar, torturar,… si existe un beneficio para sí mismos, en el caso de Ted Bundy “eliminar los desechos”.

Creo que sobrevivir a una situación como la que vivió la chica te cambia radicalmente tu vida, existe un antes y un después.

La Huella del crimen dijo...

Alfonso, gracias por el comentario, tienes toda la razón. Una psicopatía no priva al ser humano de inteligencia, motivo por el cual muchas veces es capaz de disimularlo y desarrollar técnicas para "atraer" a sus víctimas. Probablemente todas las personas que sobreviven al contacto con alguien así comienzan a desconfiar más del prójimo.

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